miércoles, 30 de septiembre de 2009

La resistencia de las madres a buscar ayuda médica agrava la desnutrición de los niños

La resistencia de muchas madres a llevar a sus hijos a los centros de salud complica los cuadros de desnutrición que padecen miles de niños guatemaltecos en el denominado "corredor seco", en el que se vive una grave crisis alimentaria. "Las mujeres tienen miedo de llevar a sus hijos. Creen que se los van a robar o les harán algo. Muchas veces por ignorancia prefieren ver sufrir a sus hijos antes de llevarlos al centro de salud", explica a Efe el médico Juan Carlos Morales, director del Centro Permanente de Salud de San Agustín Acasaguastlan. Este árido municipio del departamento de El Progreso, ubicado a menos de cien kilómetros de la capital, en el que habitan unas 38.500 personas, es uno de los más pobres y abandonados de Guatemala. La mayoría de sus habitantes, campesinos pobres que apenas si logran cultivar granos básicos para su subsistencia, forma parte de las 54.000 familias que perdieron sus cosechas debido a una prolongada sequía que afecta a este país centroamericano. Según Morales, en julio pasado dos hermanas, de ocho y cinco años de edad, fallecieron como consecuencia de la desnutrición severa que padecían debido al hambre, pero también por la negligencia de sus padres al no llevarlas al centro de salud. "Luego de que murió la niña mayor, tuvimos que denunciar el caso ante las autoridades, porque detectamos que la pequeña estaba en un 'cuadro rojo' de desnutrición. Sólo así fue posible llevar a la otra niña al Centro de Recuperación Nutricional de Zacapa", explica Morales. Sin embargo, los esfuerzos de los médicos fueron en vano, ya que la niña falleció dos días después debido a que el grado de desnutrición era sumamente avanzado. Según las estadísticas que empíricamente han logrado recabar en el Centro Permanente de Salud, en esta población, donde la dieta diaria de sus habitantes es tortilla de maíz, fríjoles y café, el 25 por ciento de los niños padecen desnutrición crónica, y el 1,8 por ciento desnutrición severa. Ana Mariana, una pequeña de dos años cuyo escaso cabello desteñido, ojos saltones y barriga inflada, evidencian sus carencias nutricionales, también forma parte del "cuadro rojo" de desnutrición severa, pero su madre, Ercidaria Flores, se niega a internarla en el Centro de Recuperación Nutricional. "Es que llora mucho si no me mira (...) Es que no puedo dejar solos a mis otros hijos (...) Es que yo creo que ya se está por recuperar". Excusas como esas son las que esgrime Ercidaria para argumentar su negativa a que la pequeña Ana Mariana reciba asistencia médica. Esta mujer de 41 años, madre de trece hijos a los que alimenta "con tortillas y café", deja perder su mirada en el horizonte cuando le preguntan si prefiere ver morir a su hija de hambre en sus brazos, a separarse de ella unos días mientras se recupera en un centro asistencial. "Hay arraigadas costumbres y creencias culturales con las que no podemos batallar", se lamenta Morales, quien todas las semanas, junto a dos asistentes, visita las comunidades de San Agustín Acasaguastlan para atender a quienes necesitan ayuda médica. Ante la impotencia, Morales ha organizado un grupo de ayuda que se dedica a "apadrinar" a los niños de la población que padecen desnutrición severa. "Hemos tenido respuesta positiva de varias personas, que aportan alimentos básicos para estos niños. El problema es que cada bolsa de alimentos que le entregamos a la madre tiene lo justo para alimentar sólo al niño afectado", explica Morales. Sin embargo, agrega, "las madres tienen que repartir la comida entre todos sus hijos, y eso impide la mejoría de los más afectados". Según estadísticas oficiales, en lo que va de este año han fallecido en Guatemala 25 niños a causa de la desnutrición severa, una cifra que "puede ser superior", porque el Sistema de Salud del país no cuenta con herramientas para determinar con precisión las causas reales de los fallecimientos.

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