Este hallazgo ha causado una "gran sorpresa" para los autores de este trabajo, ya que los ratones estaban modificados genéticamente para desarrollar Alzheimer pero, tras una larga exposición a ondas electromagnéticas similares a las emitidas por los móviles --dos horas diarias durante 7 y 9 meses--, los roedores se mantuvieron saludables y completaron con éxito distintas pruebas de memoria.
Según explicó el principal autor de la investigación, Gary Arendash, sus expectativas eran que la exposición a estas ondas incluso aumentaran la demencia en estos animales cuando, "por el contrario, lo que se consiguió es que los ratones se vieran protegidos cuando la exposición a dichas ondas se iniciaba al principio de la edad adulta".
Pero no sólo eso, sino que cuando el uso de los móviles y la exposición a las ondas que emiten se iniciaba después de presentar problemas de memoria, "se revirtió dicho deterioro" agregó.
Lo que se consigue con este "tratamiento", explicó Arendash, es prevenir la acumulación de la proteína beta-amiloide, indicadora de la presencia de Alzheimer, con lo que se abre una "nueva área de la neurociencia" que puede favorecer el desarrollo de nuevos tratamientos no invasivos a través del uso de campos electromagnéticos sobre el cerebro.
El objetivo de este grupo de expertos es ver si pueden modificar el experimento para obtener resultados más rápidos y, a partir de ahí, iniciar su ensayo en humanos con esta enfermedad mental para la que no existen muchos tratamientos efectivos.
Además, estos resultados alimentan las dudas sobre los verdaderos efectos para la salud de las ondas que emiten los teléfonos móviles. La Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que, hasta el momento, no existe evidencia científica de que el uso de estos aparatos electrónicos provoque efectos adversos para la salud.